CARTA… a Irene


CARTA… a Irene.

 

El tiempo de reclusión por la urgencia sanitaria se ha utilizado para seguir nuestras vidas con las adaptaciones pertinentes. Los chicos en las escuelas virtuales tratan de aprender con el esfuerzo de sus maestros y por supuesto de sus padres, y los adultos hemos seguido nuestros quehaceres con presentaciones, reuniones y conferencias a distancia. En los ratos de recreo los pequeños a jugar y los grandes a entretenerse en la televisión o bien leyendo alguna novedad anunciada en las librerías, -ése es mi caso-.

 

Durante esta época de encierro llegó a mis manos un libro encantador, ad-litera, que me llevó varias semanas el terminarlo y despertó el ánimo de escribir unas líneas a la autora, Irene Vallejo1

 

Querida Irene:

 

Ya te conozco y me da enorme gusto pues he disfrutado cada línea de El infinito en un junco”, desde muchas perspectivas. El andar de tu mano por diferentes lugares y en distintas épocas, me ha transportado al más allá de mi imaginación y, créeme que he viajado a esos sitios mágicos donde la escritura tuvo su génesis.

 

Desde las páginas liminares de tu libro me he enganchado a tus narraciones aprendiendo muchas cosas y la principal, a querer más aún a las letras escritas en forma de libros. Te aclaro que estoy escribiendo con letra manuscrita -horrenda-, pero con los ejercicios de caligrafía en cuadernos de doble raya -como los que usaba en párvulos-, creo que ahora, mi trabajo de escribiente cualquiera lo puede leer porque ya es pareja, aunque siga siendo fea. Mi escritura es lenta para lograr que las letras sean claras y así las palabras, de manera que luzcan y desfilen con garbo en los párrafos, cosa que perderían al escribir con prisa.

 

Te comento que durante mi larga estancia en Europa no conocí la Grecia continental, peninsular e insular, pero ahora ya incipientemente y la puedo imaginar mejor; tampoco he estado en el Medio Oriente para haber suspirado en las antiguas Atenas y Alejandría. Sin embargo, el estar por allá es una asignatura pendiente que se suma a los viajes que me han faltado realizar. El deambular contigo han sido las primicias de lo que viviré en un futuro -espero-, no muy lejano.

 

Con tus palabras hiladas de manera tan aterciopelada, ya he disfrutado un poco esos lugares y convivido con sus lugareños. Gracias a tus descripciones me he situado al lado de agitados bardos, cuidadosos amanuenses, pensativos escritores, dedicados libreros, afanosos impresores y otros, y aquí incluyo a toda la familia de personas que de una u otra forma han estado al lado de los atesorados libros.

 

He podido aquilatar el valor de toda esa cadena de guerreros culturales que se ha sumado al contingente de letrados que hacen posible qué a través de la palabra escrita, se cristalicen las ideas que primeramente tuvieron forma de letras engarzadas en frases y oraciones.

 

En el trajín de tu lectura, -lenta y cadenciosa-, han brincado muchas palabras que mi limitado vocabulario no tenía incorporadas, por lo que el uso de un listado de un diccionario fue recurrente para comprender bien la idea plasmada; no sé si las vaya a usar a menudo pero trataré poco a poco de hacerlas también mías -tarea difícil pero no inalcanzable-.

 

Querida Irene, me has hecho volver a ver mis apuntes de Literatura Universal, que cursé durante los estudios de bachillerato, para rescatar lo que hace años aprendí y disfruté con las lecturas -obligadas-, pero que ahora haré de manera voluntaria y harto gusto. Quiero volver a leer nuevamente a los clásicos para rescatar lo que tu escritura resalta; al repasar la literatura griega, traeré a mi trinchera intelectual el mágico concepto de la paideia ateniense al que aludes en varias instancias.

 

Te confieso que el gusto de leer en libros de papel se ha incrementado y creo que así será por muchos años más. No sé si en unos lustros, décadas o siglos, el uso de la tinta y papel será una curiosidad de algunos soñadores de los siglos pasado y presente, pero el libro seguirá siendo el lugar donde se plasmen las ideas del intelecto para que uno u otros las recuerden con el paso del tiempo.

 

Con aprecio y gratitud, Enrique

 

 

1 “El infinito en un junco” I. Vallejo. Ediciones Siruela. Septiembre 2019. Madrid, España. Ediciones Siruela

 

 

 

 

1 de agosto de 2021

 

,