RESTAURACIÓN…del tejido social


Durante las dos últimas semanas hemos oído hasta el cansancio voces que pregonan la solidaridad de los mexicanos en los momentos de tragedia y la capacidad potencial para atender esas situaciones adversas. Los hechos despertaron sin duda ese espíritu de colaboración pero también mostraron fríamente las características geográficas del País que lo hacen vulnerable en muchos sentidos, como se señalaba en las Glosas próximas anteriores.

 

Adicionalmente también salieron a relucir los dos lastres que nos agobian permanentemente: la corrupción e impunidad. Hay fuertes indicios  de permisos de edificación falsos, peritajes estructurales comprados, incumplimiento de la normatividad sísmica, usos de suelo otorgados sin sustento, materiales de construcción deficientes, firmas apócrifas de funcionarios, evidencias de tráfico de influencia, etcétera, etcétera. En muchos casos los siniestros ocurrieron por alguna de las causales anteriores y en otros fueron consecuencia de una fuerza mayor.

 

Toda la clase política llevó agua a su molino con propaganda alusiva a la influencia de los ciudadanos que dan fuerza al País, para no sólo solventar la situación sino para realizar una reconstrucción nacional en materia económica que redunde en un beneficio colectivo.

 

Sin embargo, nadie habla del enorme quehacer para corregir los problemas de corrupción e impunidad aludidos que desde mi óptica se resuelven mediante una restauración del tejido social empezando desde una temprana edad.

 

No es la primera vez que abordo el tema ni será la última pues el problema es muy grave y complejo, y hay una resistencia persistente de la clase política y los gobiernos en turno en todos los niveles; en otras Glosas1publicadas en Excélsior ya se tocó el asunto con otro enfoque. Han pasado 170 años desde que se declaró la guerra a la Iglesia y con ello también a su faceta educativa sin importar las bases en que se sustentaba. Pocos alegatos han surgido en torno a la educación que impartían los monjes excluyendo obviamente los aspectos religiosos. Un tabú permanente.

 

El punto clave ha sido que el grupo reformista encabezado por Benito Juárez e Ignacio Ramírez, satanizó la educación que se impartía, a tal grado que todos los aspectos sobre valores éticos los hicieron parecer privativos de la religión católica como si ella fuese la única corriente de pensamiento que los tuviera, cuando ésos son universales. Craso error.

 

Es inconcebible que ningún partido político trate el tema por temor a que sean señalados como “conservadores”, contarios a las leyes de Reforma, anacrónicos y demás tildes, cuando desde mi percepción la educación en valores éticos es la única forma de restaurar el tejido social y con eso aspirar a subsanar el cáncer de la corrupción que priva en todo el País.

 

La llamada “reconstrucción nacional” con base en la solidaridad de los mexicanos y el gobierno federal, es un planteamiento que es cuestionado ampliamente por la ciudadanía por considerarlo demagógico pues es una clara propaganda política con vista en las elecciones del próximo año.

 

Estos momentos de crisis nos han hecho pensar en esa reconstrucción material del país y en el replanteamiento del crecimiento de las ciudades, pero eso no basta, hagamos propicia la ocasión para impulsar a todos los niveles esa restauración del tejido social. Empecemos ya.

 

 

1 LAICISMO EDUCATIVO…¿a qué le temen? Glosas. E. García y G. diciembre 2014. México. http://fisicogarcia-glosas.blogspot.mx/p/20141202.html