Aparecieron las primeras lluvias formales de la temporada y afortunadamente precipitaron algunos contaminantes en la ciudad capital de la República aunque el programa Hoy No Circula siguió vigente pues la contingencia no acaba. En este marco de relativa calma ambiental se dio un anuncio inusitado1publicado en Excélsior: el tranvía vuelve a las calles de la Ciudad de México.
En otras Glosas he comentado a través de textos e incluso un diagrama2 la complejidad del problema de movilidad en la ciudad Capital y que por lo mismo no existe solución única, sino una serie de medidas que resuelven parcialmente la situación y en efecto, la inclusión de un transporte público como el propuesto coadyuva en mejorar el tránsito vehicular y disminuir la contaminación.
La historia de los tranvías en el País se inicia a finales del siglo XIX en muchas ciudades, como una respuesta a su desarrollo ordenado al ofrecer un transporte público formal pues seguía determinadas rutas sobre el tendido de las vías férreas en avenidas principales; por su rapidez y economía tuvo gran éxito desde el comienzo. El diseño de la red de caminos exigía la ubicación de las estaciones terminales y las intermedias con los todos los servicios necesarios.
En los albores de su uso, la tracción de los tranvías era con mulas las que anteriormente jalaban carretas y carruajes, por lo que las estaciones principales contaban con corrales y, valga el término, caballerizas; por otra parte, también tenían talleres para reparar y acondicionar los vagones así como lugares para estacionarlos cuando no estaban circulando; en el léxico popular se les conocía como ”tranvías de mulitas” 3 y daban servicio de transporte de pasajeros en vagones con capacidad promedio de veinte personas, y también de carga sobre plataformas adaptadas exprofeso y que en algunos casos se enganchaban a los primeros.
Esta situación se repitió en un buen número de ciudades incluyendo a esta noble ciudad de San Miguel de Allende. De los relatos de mis mayores sé que la base principal se encontraba contigua al templo de San Francisco y cercana al mercado municipal a donde llegaban carretas con mercancías para descargar lo que se vendería allí mismo y lo que se enviaría a la estación de ferrocarril en el “tranvía de mulitas” que circulaba por el centro de la ciudad. En contra esquina de dicha estación se localizaba la correspondiente a la del tranvía que era similar pero de menores dimensiones aunque con todos los accesorios necesarios incluyendo una zona de espera, corrales etc. Historia de boca en boca que vale un potosí.
El uso de los “tranvías de mulitas” fue disminuyendo a partir del decreto presidencial de 1896 en el que se autorizaba la electrificación del sistema de tranvías y a partir de esa fecha ese medio de transporte se fue convirtiendo en un atractivo turístico. La llegada de los tranvías eléctricos con su trole o pértiga de alimentación de electricidad, y que requerían vías más anchas y cableado aéreo, hicieron que para los años cuarenta del siglo veinte los queridos “tranvías de mulitas” prácticamente desaparecieran en todo el País.
La inauguración del primer tranvía eléctrico en México se dio el 15 de enero del 1900 en la Ciudad de México y poco a poco su uso se fue extendiendo hacia el interior de la República. En muchas localidades había estaciones de transferencia de pasajeros que llegaban en tranvía de las zonas céntricas para tomar el ferrocarril que los llevaría a otros destinos más lejanos. Había un equilibrio de movilidad citadina y foránea, y obviamente sin el menor rastro de contaminación, que se conservó hasta mediados del siglo XX cuando los vehículos de gasolina acapararon las preferencias de los ciudadanos y sus gobernantes.
Desafortunadamente, las autoridades gubernamentales despreciaron a los tranvías para favorecer el uso de vehículos con motores de combustóleos cuando en otras latitudes se preservó su uso; lo mismo puede decirse del transporte ferroviario de pasajeros y carga que se ha substituido por el de autotransporte con las consecuencias que ya conoces amigo lector y que me permití señalar en otro escrito4. Del transporte público no contaminante, en la Ciudad de México quedan unos cuantos trolebuses, una línea de tren ligero y el metro.
Así las cosas, la reaparición del tranvía en la Ciudad es digna de encomio pues además de contribuir a una mejor movilidad y menor contaminación, da la pauta para seguir ampliando esa incipiente red e incentivar el uso del ferrocarril para el transporte de pasajeros y de carga. Bienvenido otra vez el uso del tranvía pues nunca es tarde para volver al esquema de hace cien años.
1 “CAF Propone tranvía par CDMX” periódico Excélsior, abril 2016
2 “CAUSAS Y EFECTOS…ambientales” Glosas, E. García y G., abril 2016
3 Tranvías de Mulitas. Méxicomaxico.org, agosto 2015.
4 “AUTOTRANSPORTE…y el ferrocarril” Glosas, E. García y G., abril 2016