La Capital de la República, otrora ciudad lacustre, sigue ampliando sus zonas de concreto a pesar de las múltiples recomendaciones en contra que ha tenido desde tiempos de la caída de Tenochtitlan. Prevalece desde entonces el insensato criterio político descartando la opinión de los especialistas que siempre hemos señalado que es urgente volver a darle a la ciudad sus condiciones hidrográficas.
Desde los años 50 del pasado siglo XX, diversos expertos universitarios recomendaban recuperar cuando menos el lago de Texcoco, dado que resultaba una tarea imposible hacer lo propio con el lago de Chalco. El año pasado se anunció la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en un terreno de aquél legendario lago, lo cual agravará más la situación ambiental de la Ciudad, como en su momento comenté1 al respecto. Es por demás.
Las lluvias siguen haciendo sus estragos causando encharcamientos e inundaciones, y todo pareciera que la causa es el Cambio Climático pero no amigo lector, aún no se nota en ese rubro pues las estadísticas2 de precipitación nos indican que no hay incrementos significativos en los últimos 20 años. Entonces ¿qué pasa en la Ciudad? Abundo.
Lo que sí ha ocurrido es que el número de habitantes de la zona metropolitana se ha incrementado notoriamente provocado por la afluencia de familias a la Capital en busca de mejores oportunidades de trabajo. La evolución se detalla puntualmente en el ensayo3 publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y deja entrever que la situación seguirá así pues las fuentes de trabajo continúan concentrándose en la gran urbe.
El incremento de la población en la Ciudad demanda, con derecho, servicios públicos elementales y uno de ellos es el agua potable y saneamiento de las aguas residuales, y es ahí donde sí se tiene más líquido en la cuenca del valle de México. Por una parte el agua que se extrae de su subsuelo y otra la que se que se trae del sistema Cutzamala en el Estado de México, con proporciones aproximadas de 70 y 30% respectivamente, como se señaló en otras Glosas4.
Aunado a lo anterior la autoridad a cargo del manejo del agua de la Capital atiende el drenaje de las aguas residuales a través de una red de captación a la que se suma el agua de lluvia que entra por las alcantarillas y es claro que el flujo aumenta año con año por el crecimiento poblacional. Los encharcamientos, inundaciones o como se les quiera llamar, aparecen con las lluvias estacionales y las atípicas, por la saturación del drenaje y por la obstrucción de las alcantarillas debido a los desperdicios que tiran las personas en las calles como si éstas fueran basureros públicos.
Como ya imaginas amigo lector, el problema no es de fácil solución pues hay muchas variables en juego, no obstante la última causal mencionada podría ayudar a resolver el problema y no es sólo con el incremento de los trabajos de limpieza de alcantarillas sino con campañas intensivas de EDUCACIÓN que conlleven a evitar el arrojar basura en la vía pública. Tarea cuesta arriba pero que es fundamental en éste y otros renglones que demandan atención prioritaria e inmediata como son los temas ambientales.
No se tiene información suficiente para pronosticar un aumento en las precipitaciones pluviales ocasionadas por el Cambio Climático que padecemos, por lo que afirma el de la pluma que por el momento, las inundaciones en la Ciudad de México no son causadas por más lluvia, sino por más agua que fluye en el drenaje y por la basura que bloquea las alcantarillas.
1 “Texcoco…sigue la conquista”. Glosas. E. García y G., septiembre del 2014
2 Precipitaciones s nivel nacional y por entidad federativa. CONAGUA, agosto del 2015
3 “El crecimiento urbano del DF y su legislación urbanística”, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2011
4 “Hundimientos e inundaciones…binomio irremediable” Glosas. E. García y G., junio del 2013.