Es común referirnos al agua como el “vital líquido” pues la existencia de todo ser vivo depende de ella. Menos común es hablar de ella como motor de desarrollo e impulsor de bienestar, y casi nunca la relacionamos con la generación de empleos. Éste es el tema.
Por una parte en el manejo del agua urbana hay dos actividades que requieren atención diaria, una es el abastecimiento y otra el saneamiento de las aguas residuales, tareas que se llevan a cabo en los organismos operadores municipales de agua. Con relación al suministro no es un secreto saber que dichas dependencias trabajan con eficiencias operativas alrededor del 50%, es decir que de un litro que se envía a la red de distribución solo la mitad pasa por los medidores para ser cobrada. Fugas, robo de agua y mediciones incorrectas son las causas principales.
Con relación al saneamiento la situación no es tampoco halagüeña pues la mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales operan deficientemente, dado que cada vez reciben mayores volúmenes, más contaminantes, y no tienen capacidad para procesarla. Hay casos en que el agua que se extrae del subsuelo presenta con mayor frecuencia elementos químicos nocivos que rebasan los límites permisibles de acuerdo a la normatividad vigente, tanto nacional e internacional, y que es imperativo dar solución. Mal estamos.
Todo lo anterior se resume en que se tienen fuentes de abastecimiento que se agotan y que presentan características no compatibles con el uso potable, una infraestructura hidráulica deteriorada y obsoleta, y por otro lado los usuarios desperdician y contaminan el agua. Problemas serios que hay que atender a la brevedad, so pena de tener un colapso socioeconómico y daños graves a la salud pública. ¿Cómo? Haciendo inversiones en dicha infraestructura material y de recursos humanos. Esas erogaciones que subsanan lo anterior, además amigo lector, se traducen en la creación de empleos. Sí, más trabajo.
En muchos lugares del mundo se trabaja con ese esquema, que el agua se convierta en generador de puestos de trabajo, la OCDE y UNESCO coinciden en la inminencia de mayores recursos hacia el sector. En los Estados Unidos, la Water Environment Federation, autoridad internacional en calidad del agua, ha iniciado una campaña nacional llamada Water For Jobs, que es un esfuerzo de difusión para enviar un claro mensaje de que la inversión en infraestructura de agua significa nuevos empleos y debe ser considerada una prioridad. http://www.waterforjobs.org
Dichas inversiones, que no gastos, deberán cubrir la renovación y adquisición de equipos y sistemas más eficientes, impulsar la investigación y la innovación hacia nuevas tecnologías, establecer redes de laboratorios regionales certificados que determinen las características del agua, crear una cultura avanzada del agua que se sustente en educación formal para todos los usuarios, y por último y no menos importante, fomentar la participación ciudadana en el manejo integral del agua, para que deje de ser el simple espectador que demanda gratuitamente el vital líquido.
Es mi parecer que el Estado debe propiciar las acciones para mejorar dicha infraestructura hídrica, sin embargo nosotros como sociedad civil debemos participar e identificar otras oportunidades para generar bienestar social y económico a partir del agua.
Un ejemplo claro de lo anterior es la rehabilitación de presas de la época virreinal que pueden transformarse en sitios de esparcimiento y progreso locales. Estas acciones específicas se pueden lograr rápidamente si somos capaces de convocar y convencer a los vecinos de esos lugares, de la posibilidad de progreso que nos ofrece el agua, en la que participarían niños, jóvenes y adultos, dejando a los primeros las tareas de vigilancia y a los últimos los empleos formales. ¿Qué tal? Se antoja, se puede.
Hagamos que el agua se convierta en un generador de empleos, es un binomio real en el que todos podemos y debemos participar.