CIENCIA FICCIÓN … para entender la naturaleza.


¿Te imaginas amigo lector que estando en una fiesta y a punto de dar un sorbo a tu bebida favorita llena de hielos, de repente hirviera? Insólito, pero posible  con en una con una probabilidad de ocurrencia tan baja que la hace casi imposible. Pues esa es una escena que relata el físico George Gamow en uno de sus libros, “La investigación del Átomo”, en los que explica aspectos de la Física Cuántica de una manera divertida pero sin apartarse de la teoría formal. La trilogía de libros del científico ruso es protagonizada por él mismo como profesor universitario quien da conferencias de divulgación y uno de sus oyentes es su yerno, Mr Tompkins, un sencillo empleado bancario que invariablemente se duerme al escuchar tantos conceptos ininteligibles y sueña con ellos haciéndolos reales, lo que da como resultado situaciones como la que mencioné al iniciar la columna. Fantástico. Ciencia ficción en serio.

 

El día de ayer, en plena turbulencia electoral, apareció una noticia que ocupó los encabezados de los diarios de todo el mundo. “Se detecta la Partícula de Dios, el bosón de Higgs” La proliferación de comentarios hizo que todos se preguntaran sobre la importancia de tal hallazgo, cuestionamiento más que justificado pues es un tema científico de incumbencia para el mundo de los físicos experimentales en materia cuántica. El asunto es por demás árido, incluso para los físicos que nos dedicamos a otras actividades más sencillas.

 

En forma muy breve les comento que el tema “bosón de Higgs” es clave para entender la estructura de la materia a nivel atómico. Como recuerdan una molécula se forma de átomos y éstos de electrones, protones, neutrones, y otras partículas elementales, una de ellas es el “bosón”. Esta partícula ayuda a comprender las enormes diferencias en masa entre el electrón y, protones y neutrones.

 

Lo inusitado del caso es que durante muchos años se intuía la existencia del bosón, que el físico inglés Peter Higgs supuso para entender el mecanismo de formación de protones y neutrones, pero no se podía comprobar. Para explicar el fenómeno, otro físico, el norteamericano Leon Lederman, escribió un libro parecido a los de Gamow, y lo consiguió. Las enormes dificultades para descubrir el bosón eran tales que el autor la llamaba “maldita partícula” y justo así tituló su obra  “The Goddamn Particle”.

 

Se dice que el editor, con la anuencia de Lederman, cambió el nombre a “The God Particle” para darle un toque misterioso, extraterrenal,  divino, y por supuesto más comercial. Ahora, con el descubrimiento, se venderán muchos más ejemplares, máxime que los científicos señalan tan sólo “que es altamente probable” que se haya descubierto. Más expectación. Con gusto les doy la referencia del libro en comento, que en español han traducido a “La Partícula Divina” http://www.tauzero.org/2008/09/la-particula-divina-leon-lederman/

 

Es indudable que para entender estos temas es preciso recurrir a argucias de comunicación como los que he comentado, que sin apartarse del rigor teórico hacen asequible la física y sus secretos. La ciencia ficción es por demás útil para entender los fenómenos de la naturaleza.