CAJAS DE AGUA … motores de bienestar


Durante la reciente impartición de los Talleres de inducción para medir la calidad del agua,  recibí una doble impresión que me hizo empezar a juntar ideas para las Glosas que lees amigo mío.

Por un lado la grata imagen de ver a los niños que hacía meses había enseñado y que me recibían con el gusto de ver al maestro a quien le mostrarían la tarea hecha. No hubo recriminación alguna por mi ausencia durante varios meses, ni tampoco por haber olvidado enviarles los focos nuevos para el salón que tanta falta les hacen. Nada, sólo sonrisas. Estimulación para el de la pluma.

En contraste a esa cara amable, veía por su ventana la otra, la de la desolación del lugar que había sido adoptado para el monitoreo de agua: su presa. El agua se había retirado de la orilla en la que hicimos las primeras mediciones, y de seguir la situación así, ¿qué vigilarían?, me preguntaba sin pronunciar palabra alguna. Reflexiones profundas.

Algo se puede hacer: a recuperar el líquido con “cajas de agua”. Y, ¿Qué es eso?, te preguntarás con justificada razón y más aún si son de agua.

A lo largo de la historia universal leemos que el hombre ha enfrentado múltiples épocas de sequías y también así momentos de grandes precipitaciones pluviales, y la forma de hacerlo ha sido mediante de la construcción de depósitos artificiales conocidos genéricamente como “cajas de agua” aunque se conocen también como “cuadros de agua”. Los beneficios son múltiples y dependen de varios factores como su ubicación geográfica y uso de la tierra, por mencionar los más relevantes.

En unas instancias las “cajas de agua” se han edificado para la captación y almacenaje del líquido durante los meses de lluvia para ser usada durante el estiaje, en otras más, el propósito es la prevención estragos de las aguas torrenciales que año con año se presentan. Hay situaciones en que el almacenaje en depósitos planos se usa para dotar de humedad a la tierra vegetal circundante y aprovecharla para cultivos particulares. En todos los casos se tiene un provecho a largo plazo que lo constituye la recarga de los acuíferos subterráneos, sin embargo dado el movimiento tan lento del agua en el subsuelo la utilidad no es a corto plazo.

En la región del Bajío se tiene registrada la canalización o entarquinamiento de las aguas de avenidas en “cajas de agua” para diversos usos desde el siglo XVIII y de ello da cuenta nuestro ilustre visitante Alexander von Humboldt en 1823, que menciona la utilización de la técnica para uso agrícola y describe el funcionamiento de la red de canales secundarios, compuertas y bordos, que en su conjunto comprendían la dotación, conducción y desalojo de las aguas torrenciales.

En la literatura se habla que las “cajas de agua” registradas tenían superficies que alcanzaban hasta 150 hectáreas con profundidades que no rebasaban 5 metros. Los bordos circundantes o limítrofes tenían forma piramidal y eran construidos de piedra para soportar el empuje del agua almacenada y evitar su deterioro. Las de mayor tamaño tenían cajas o bordos secundarios que interconectados constituían verdaderos sistemas hidráulicos de amplio soporte a la agricultura y prevención de desastres.

La existencia de las “cajas de agua” se vino abajo en la segunda mitad del siglo XX por los problemas de la tenencia de tierra y agua generados por el reparto agrario, por la construcción de grandes embalses y por la extracción de agua del subsuelo. La situación de severa sequía que prevalece actualmente, hace reconsiderar con urgencia la reconstrucción y rehabilitación de las miles de cajas de agua en todo el País, cientos de bordos y pequeñas presas. Hay que entarquinar el preciado líquido para que sea la base de la energía que nos dará progreso.

En este día del niño, va mi compromiso con ellos para que tengan esas “cajas de agua”… motores de bienestar.

Día del niño, 30 de abril del 2012