CIUDAD DE LOS PALACIOS … recordando a Humboldt


Cuando queremos hacer halago a la Ciudad de México nos referimos justamente al título de la columna que amablemente lees amigo mío. Y si nos preguntamos su génesis de inmediato la asociamos con Alexander von Humboldt, sin embargo no es así. Desde hace décadas ha habido muchas voces que reclaman justicia al verdadero autor del elogio tan grande hacia la ciudad. La primera incógnita sobre su origen la hace en 1946 Don Artemio del Valle Arizpe, a la sazón su cronista, quien destaca un aspecto que disipa parcialmente la duda.

 

En su obra “Historia de la Ciudad de México según los relatos de sus cronistas” menciona en el capítulo correspondiente al Barón de Humboldt, muchos de los rubros que resaltó el científico alemán de la ciudad, sin embargo, subraya Don Artemio que en los múltiples cumplidos que escribió nunca aparece la famosa frase Ciudad de los Palacios y refiere que quien hace mención a “ciudad de palacios” es Don Lucas Alamán, prolífico historiador y también cronista de la ciudad.

 

En efecto Lucas Alamán, en la sexta de sus “Disertaciones sobre la Historia de la República Megicana”, escrita en 1849, al referirse al esplendor de la ciudad que muchos habían relatado anteriormente como Don Carlos de Sigüenza y Góngora,  dice Alamán: ”…lo cual era aun más cierto en aquel tiempo que en el nuestro, pues desde aquélla época se han construido tantos y tan magníficos edificios, que han hecho decir a un viagero inglés que México es una ciudad de palacios”.

 

El historiador no dice quién es ese viajero, pero obviamente no era Humboldt, pues éste era su amigo y colega en muchas actividades en México como en el extranjero, en donde lo introdujo a relevantes personalidades europeas. Además, es oportuno señalar que en los trabajos de Alamán, ”Historia de Méjico”, “Disertaciones” y “Documentos Diversos”, recopilados por Don Rafael Aguayo Spencer en 1948, se hace referencia al Barón de Humboldt en cuarenta y cinco ocasiones, lo que reafirma la relación tan estrecha entre ambos personajes. Ese “viagero” inglés no era el prusiano.

 

A mayor abundamiento, es mi parecer que Humboldt era un científico más que cualquier otra ocupación. Participó en diversos trabajos relacionados con la mineralogía y geodesia mexicana en el insigne Colegio de Minería. En 1903 escribió un estudio denominado “Ensayo de Paisagrafía”, en el que demuestra su desempeño como geógrafo y geólogo de primer orden. Su obra más importante relacionada con nuestro país es ”Ensayo Político sobre la Nueva España”, traducida y publicada en español en 1869, pone de manifiesto que  sus intereses y conocimientos estaban enfocados a aspectos científicos y no arquitectónicos ni urbanistas. Su biógrafo Hanno Beck, en 1959, también resalta mi apreciación al analizar distintas épocas de su longeva vida.

 

No bastó lo dicho por Don Artemio en 1946 y siguieron las conjeturas sobre la autoría de la multimencionada frase. Más adelante, con motivo de la publicación facsimilar del libro “México y sus alrededores, 1855 y 1856”, en 1961, él mismo y todavía cronista de la ciudad, menciona en el prefacio: “Siempre que se quiere encarecer y alabar lo grandioso de esta Ciudad de México, se dice “Ciudad de los Palacios, como la llamó Humbolt. No sé quien fabricó esta mentira, pues en ninguna de las obras del Barón se encuentra esa frase elogiosa. Cierto es que el insigne viajero hizo cálidas alabanzas de esta Metrópoli hermosa, pero esa  ponderación no la escribió.”

 

Hace mención a la alusión de Alamán e identifica varios viajeros ingleses que estuvieron por estas tierras en fechas cercanas y concluye que el incógnito es Charles Joseph Latrobe, quien en 1834 publicó nueve cartas en su informe “The Rambler in Mexico” y en una de ellas anota refiriéndose a la ciudad:  “All around them was strange and wonderful and colossal – and their conceptions and their labours took the same stamp. Look at their Works: the moles, aqueducts, churches, roads – and the luxurious City of Palaces which has risen from the clay-built ruins of Tenochtitlan at a height above the ocean…”  Lo anterior corrobora que en efecto, el viajero inglés es autor del apelativo “ciudad de palacios”, más no “ciudad de los palacios”, lo cual es diferente, por lo que la incertidumbre seguía en el aire.

 

En fecha más cercana, 1994, Don Luis Ortiz Macedo escribió el libro “Palacios Nobiliarios de la Nueva España” y señala en el preámbulo: “ …se implantaron normas muy estrictas para alcanzar la unidad fisonómica que tanta admiración causó en Alexander von Humboldt y otros extranjeros que comenzaron a recorrer nuestro país después de consumada la independencia política en 1821. El periodista inglés Charles J. Latrobe (1801-1875) la denominó “Ciudad de los Palacios”, frase que con orgullo suelen citar los mexicanos cuando de refieren a la zona antigua de su capital.” La cita anterior fue ratificada al de la pluma durante una visita reciente a San Miguel, con motivo de una conferencia ligada al tema, dejando nuevamente un aire de misterio sobre la frase en comento. Incógnita persistente.

 

No obstante toda la argumentación precedente, considero que más le debemos a Humboldt por su vasto legado científico, que a Latrobe por su mención periodística,  por lo que me parece justo seguir identificándolo y recordándolo, cada vez que se refieran a nuestra Ciudad Capital como la “Ciudad de los Palacios”.