MITOTES… reflejo de la educación


Dejo que madure el tema de la coalición como forma para lograr un gobierno que resulte en beneficio del País entero, como Estado, para analizar en unos meses si este enfoque es tomado en cuenta por los candidatos a gobernarnos, como parte de la plataforma que ofrecerán a los electores. A ver quien muestra la madera de estadista, que refería en la columna próxima anterior. ¿Habré equivocado en mi percepción? Ojalá. Al tiempo.

 

Antes de leer las noticias, si no hay algún suceso extraordinario, siempre aparecen las notas de alguien que nos recuerda el santoral del día. Anteriormente se usaba la referencia del famosísimo Calendario Galván, en el que se leía a qué santo se le dedicaba esa fecha para que los devotos se encomendaran a él, para que el día fuera insuperable. Respeto la práctica, nada más. Ahora, se recuerdan los nacimientos de personajes ilustres o fechas sobresalientes, con una nota sencilla que abunda sobre la importancia de ambos. Más interesante.

 

Además de lo anterior, de un tiempo para acá, han proliferado las dedicaciones de los días a un sin número de eventos y oficios que en lo personal considero desgastante. Todos esos recordatorios son pretexto para suspender las labores y preparar las celebraciones haciendo mitotes. Me resisto. La práctica de celebraciones no es nueva ni tampoco privativa de los mexicanos, sin embargo en otras latitudes conforme avanza su desarrollo, los festejos son menores para dedicar más tiempo al trabajo, razonamiento implícito al que me sumo.

 

Nuestros antiguos pobladores también hacían celebraciones múltiples con los famosos mitotes. El término náhuatl no lo escribo en cursivas como palabra no castellana, puesto que ha sido incorporada a nuestro idioma desde hace más de tres siglos. Don Antonio Vázquez Gastelu hablaba de los mitotes aztecas en su  cátedra en los Reales Colegios de San Pedro y San Juan, en la primera década del siglo XVIII, hecho rescatado en su obra “Arte de Lengua Mexicana”, 1716. Posteriormente en 1901, Don Melchor Ocampo, tomando otra referencia virreinal,  se refería a ellos como “…pequeños escándalos ya sea gritando sin necesidad, ya moviendo con ademanes descompuestos a los extraños…”. ¿Qué tal?

 

Los festejos en comento eran muy frecuentes pues había celebración para todo. En el libro de Philip Wayne Powell “Capitán Mestizo: Miguel Caldera” menciona con detalle los mitotes previos a la guerra que duraban varios días. Durante el evento había danzas, cantos, sacrificios, arengas y los participantes acudían totalmente disfrazados con máscaras horripilantes, con las que asustarían al enemigo; en el libro de Vázquez Gastelu se resalta la ferocidad de los cantos “…ojalá vengamos nosotros a matar…”. Parte de esos festejos se repiten año con año en algunos lugares del País como en esta tierra, pero en determinadas fechas. Tradiciones milenarias  que se conservan. Bien, pero hasta allí.

 

Con frecuencia me quejo de los juegos pirotécnicos que acompañan a todos los festejos sanmiguelenses y sin importar el motivo, haciendo de cada evento un verdadero mitote. Justifico el agasajo semanal porque responde a la alegría por  alguna boda, bautizo o cualquier celebración, sin embargo si molesta a un tercero,  como es el caso del de la pluma y su can, habría que reglamentarlas.

 

Gracias a la televisión nos enteramos de otros festejos como los deportivos, donde hay algunos dignos de encomio y otros de dar vergüenza. Entre los primeros están aquéllos donde el triunfador invita al derrotado a subirse al pódium para recibir los aplausos y en los segundos, los futbolistas que celebran sus anotaciones de manera denigrante. Es una pena que todo eso lo vean los chicos pues aprenden y desgraciadamente, las cadenas televisivas sólo repiten una y otra vez los nefastos mitotes.

 

Ojalá y las academias de futbol tomen nota de lo anterior para dar a los jugadores una formación ética mínima, de tal suerte que su comportamiento al celebrar sea distinto. Una y otra vez los mitotes son y serán un reflejo de la educación de los participantes.

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