ECUACIONES DIFÍCILES… soluciones múltiples


El lamentable suceso en el estadio de Torreón me dejó paralizado. De pronto los apuntes que tenía para las Glosas pasaron a segundo término. Tendría que escribir algo sobre el partido de futbol. Inimaginable. Confieso que mi afición a ese deporte es mínima y sólo sigo los juegos del equipo de mi Alma Máter, Pumas, los del Tri, y en los que interviene el equipo favorito de mi nieto, y esto último para hacer plática de tú a tú. Faltaba más.

 

Durante mi paso por el Instituto México, formé parte de un equipo llanero y jugábamos en canchas de tierra, fuese en la propia escuela o en los campos localizados en lo que ahora es la Alberca Olímpica, cerca de mi casa en Coyoacán. Jamás jugué en un estadio ni menos en uno con pasto.

 

Conocí el estadio Corona y también el flamante TSM y sus magníficas instalaciones, que incorporan elementos para crear los nuevos valores futbolísticos a partir de los niños de La Laguna. Llaman la atención las áreas para la capacitación teórica y práctica del deporte que serán el cimiento para tener futbolistas de primer orden. Bravo.

 

Aclaro que no veía el encuentro Santos vs Morelia, pero a través de twitter me enteré de la súbita interrupción. El ruido de las balas retumbó en el estadio y silenció las porras que animaban a los contendientes. Imperaba ahora el miedo. ¿Cómo explicar a los niños que había que echarse pecho tierra para lograr protección? ¿Qué hicimos, se preguntarían? ¿Quién se portó mal? Todos los que estaban en el partido disfrutaban su deporte favorito en un ambiente familiar. Los padres exclamarían: ¡ni eso podemos tener! ¿Qué más nos quieren quitar? No nada más la sana diversión, sino que ahora se llevan nuestra tranquilidad, sembrando un clima de zozobra, miedo, pánico. Sí, ahora de terror. Sembraron el mal para proteger su negocio. ¿Quiénes? No lo sabemos, pero nos damos cuenta que son muchos y que están diseminados.

 

Los resultados parciales para acabar con el “crimen organizado” han sido miles de vidas inocentes, cientos de bajas de sicarios y un puñado de cabecillas encarcelados. Nada más. Y el combate sigue. Una pelea desigual, pues mientras que los delincuentes se mueven por la noche e incógnitos, los policías y militares lo hacen a la luz del día, a la vista de todos y mostrando los emblemas de sus corporaciones. Ingenuidad. Los primeros cuentan con armamento de primera adquirido de contrabando, mientras que los segundos tienen modelos anteriores, aunque registrados.

Por otra parte, me da la impresión que la estrategia de guerra se fundamenta en que los delincuentes ya están ubicados, con nombres, apodos y apellidos, pero considero que la autoridad subestima la organización que a todas luces tiene una estructura formal y que cubre las vacantes de inmediato, como en cualquier negocio próspero.

 

Durante mis estudios profesionales cursé una materia llamada Ecuaciones Diferenciales, ¡Qué horror!, musitarás con razón, peor te aclaro que en esencia es una materia que da herramientas matemáticas para resolver problemas difíciles que no tienen una solución única sino una gama de soluciones. Así vislumbra fisicogarcia el panorama. Es un asunto complejo para el que hay que asumir la existencia de muchas aristas. Yo las desconozco. Pero es claro que hay que cambiar de estrategia de inmediato pues ya ha avanzado con notoriedad.

 

Hay que tener la madurez para reconocer que el problema es mucho más complejo. El combate contra el “crimen organizado” debe suponer una ecuación difícil para la que hay soluciones múltiples. A encontrarlas.