LA PESA DE LA OLLA… ejemplo a seguir


Hace unos meses alertaba en este mismo sitio sobre el peligro que revestía el desconocimiento de la capacidad de almacenamiento de agua de las presas en nuestro Estado, en virtud de que su función primordial es el control del agua de lluvia en los meses de mayores precipitaciones para evitar las inundaciones que conllevan pérdidas humanas y materiales. Deliberadamente no atiendo en este momento la utilidad de los embalses para el abasto de agua para riego durante los meses de estiaje y me concentro en su uso de protección a la población.

 

Mi última visita a Cuévano fue un éxito inesperado porque si bien algunas de mis actividades estaban programadas y se desarrollaron de manera satisfactoria, otras dos no las tenía en mi agenda y resultaron una sorpresa mayúscula. Una de las últimas fue el diálogo con el Director de Extensión Cultural de la Universidad de Guanajuato en la que tratamos la oportunidad de utilizar la radio para la difusión de temas de educación y cultura, y lo más sobresaliente fue la posibilidad de que se difundiesen actividades extramuros al claustro universitario.

 

El quehacer educativo y cultural de San Miguel se planea difundir a través de Radio Universidad. Es sorprendente que de pronto aparezcan dos sucesos fuera de serie. Por un lado una universidad que pretende ampliar la cobertura en su misión educativa y cultural, para satisfacer su compromiso con la sociedad y por otro lado un ayuntamiento que busca dar a conocer sus tareas en esos mismos temas. Suma de sinergias que se complementan para dar como resultado una alianza estratégica seria y de calidad. Olé.

 

El otro evento fue la visita a la Presa de la Olla. ¿Y qué tenía que hacer allí?, te cuestionarás amigo lector. Pues bien, supe por la prensa que habían iniciado los trabajos de remodelación de la bicentenaria presa y que de paso estaban desazolvando el embalse. No di crédito a lo que leí y decidí que era necesario corroborarlo personalmente. Así llegué a Cuévano con la incertidumbre de lo que realmente estaban haciendo.

 

¡Oh sorpresa! Desde la cortina el espectáculo era impactante. La presa de la Olla vacía. Una máquina gigante estaba en el fondo escarbando el azolve de aproximadamente ocho metros de altura y lo colocaba en una serie de camiones que en fila esperaban a ser llenados. Con el permiso previo de un estimado amigo quien tiene encomendados los trabajos, bajé al fondo de la presa para observar de cerca los contrafuertes de la cortina y paredes laterales al descubierto, sobre los que pensaba que podrían estar siendo afectados al retirar el agua y material, pero no, todo normal. Estaba viendo cómo retiraban el azolve acumulado durante 261 años, sí, después de dos centurias y media se le daba mantenimiento a la legendaria presa.

 

Los estratos del material acumulado los refería como un reloj que marcaba el tiempo sin detenerse. Imaginaba los paseos de mi familia por esos sitios, la diversión de los más intrépidos nadando en el agua contenida en ella, los abuelos caminando entre centenarios árboles mientras los más pequeños jugaban en las veredas del jardín contiguo. En más de una ocasión yo mismo contemplaba desde la cortina las lanchitas que hacían recorridos a turistas, mientras esperaba la hora de entrega de algún cheque de honorarios en las oficinas de gobierno aledañas.

 

Aparte de esas escenas familiares y personales, también saltaron en mi mente las neuronas técnicas y empecé a hacer números sobre el agua contenida en la presa que conocíamos tú y yo amigo lector. Después de simple aritmética a la sombra de un frondoso árbol, llegué a la conclusión que el embalse captaba sólo el 30% del agua que los ingenieros constructores del siglo XVIII pensaron. Visto de otra forma, los trabajos que están realizando rehabilitarán la función original de la presa a un 100%. Guanajuato Ciudad Capital, está más protegida de inundaciones con ese, su primer y más emblemático embalse, la Presa de la Olla.

 

Un dato sorprendente es que al revisar los datos de la adjudicación de la obra, me percaté que los fondos de donde se pagarán los trabajos provienen del FONCA y CONACULTA, sí leíste bien del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Estoy convencido que quienes tuvieron la iniciativa de la remodelación, jamás pensaron en que iban a realizar un trabajo de ingeniería  con múltiples consecuencias. Primeramente y es obvio, la presa lucirá como en sus mejores días de inauguración en 1749, esplendorosa; se rescata en un 70% su función primordial de protección para inundaciones; los trabajos realizados pueden servir de ejemplo a seguir para propios y extraños si es que se le da la difusión correspondiente, cosa que el de la pluma hará a diestra y siniestra, empezando desde el Boletín AquaNotas, que ya conoces amigo mío.

 

De cualquier forma hago llegar desde esta trinchera mi calurosa felicitación al H. Ayuntamiento de la ciudad capital, recordando que aguas arriba espera San Renobato y por otros rumbos cercanos Esperanza y La Soledad. En San Miguel aguardan su desazolve El Obraje, San Carlos, Landeta y decenas de bordos en los alrededores. Capítulo especial lo reviste la presa Allende, la cual resguarda las ciudades de Comonfort, Celaya y Salamanca. Con los trabajos en la Presa de la Olla, Cuévano da el ejemplo a seguir. ¿Será cierto? Al tiempo.