LA PRESAS… cajas o bombas de agua


No es la primera vez ni probablemente la última que substituyo mi columna lista para enviarse a la prensa, por otra que las circunstancias me obligan a tomar la pluma y expresar mi punto de vista. Este es el caso. El tema que había anunciado a algunos de ustedes amables lectores era sobre El Ferrocarril y el actual se refiere las presas y embalses que hemos construido muchos de ellos de gran belleza, pero lejos de analizar su cualidad estética, arista que dejo a los estudiosos de la Historia del Arte, quiero abordar su utilidad y peligro.

 

Cabe recordarse que el objetivo de las primeras presas era el asegurar durante todo el año el agua para consumo humano, de animales y para la agricultura. En nuestro territorio guanajuatense las primeras captaciones artificiales se hicieron en lugares donde el agua se acumulaba de manera natural y con algunas modificaciones aledañas se conseguía incrementar la zona de captación y mejorarla, como es el caso de la laguna de Yuriria cuyos trabajos se remontan al siglo XVI. Anteriormente, durante el siglo X se da otra situación semejante pero de mucho menor dimensión en la zona conocida hoy como Cañada de la Virgen, en el que sus pobladores prehispánicos mejoraron un humedal para conservar más tiempo el agua de lluvia dando lugar a un depósito que los indígenas conocían como amadal o jagüey, el cual se puede apreciar en nuestros días.

 

En la época colonial se construyeron muchas represas iniciando con la ya mencionada laguna de Yuriria, con tres propósitos básicos: el suministro de agua potable humano y de animales, para extender los tiempos y áreas de cultivo, y para su uso industrial. En Guanajuato Capital fueron relevantes el uso potable y en la minería mientras que en San Miguel lo fueron el agrícola e incipientemente el textil. Hay construcciones que son verdaderas obras de ingeniería.

 

Entrado el siglo XX y con él la industrialización del país, era menester el aprovechar la fuerza hidráulica de las caídas de agua para la generación de energía eléctrica por lo que se inició la construcción de presas en sitios estratégicos para lograr esos propósitos; en Puebla es famosa la presa de Necaxa, inaugurada en 1905 y en menor escala en San Miguel, la presa el Batán inicia la generación eléctrica en el año de 1906 que se usaría en una planta textil.

 

Este ensayo que tienes a la vista amigo lector, es motivado por las lluvias atípicas que tuvimos durante la primera semana de febrero que pusieron de manifiesto la fuerza hidráulica en arroyos y ríos, que no olvidan su cauce ni tampoco perdonan los obstáculos que detienen su flujo libre y por otro lado, ponen en relieve las primicias del cambio climático, que harían que dichas precipitaciones dejaran de ser inusuales para convertirse en normales.

 

Es una pena ver como las corrientes se dejan ir sin piedad contra todo óbice que las detenga, dejando atrás desolación entre las personas y relegando a un segundo término el beneficio agrícola para los meses de estiaje. Nuestras autoridades en materia hidráulica minimizan los daños, aludiendo los beneficios para el campo, pero aún eso lo considero relativo por el desconocimiento de los volúmenes de captación y por ende, las cantidades a entregar a los agricultores quienes no pueden planificar sus cultivos adecuadamente.

 

Todo lo anterior lo he externado en más de una reunión técnica oficial y a través de diferentes medios de comunicación y así lo hice directamente a nuestras autoridades municipales en San Miguel, como se informa en el Boletín de Sapasma, el organismo operador de agua en el que como sabes amigo lector, participo activamente en tareas de planeación y educación. Por cierto que dicha publicación técnica a mi cargo sale a la circulación próximamente, en la que abordamos el tema del agua en nuestra localidad por diferentes ángulos en ocho secciones y otras tantas páginas. Ya la recibirás amable lector  pues es de distribución general y gratuita que incluye además un suplemento inspirado y dedicado a los niños. La octava página se llama “Datos y más datos” que tiene relación directa con estas Glosas, y allí presento una gráfica que muestra el historial de las precipitaciones en San Miguel desde 1975, que pone de manifiesto lo atípico de las lluvias del mes pasado; otra más se refiere a los niveles actuales de almacenamiento de las principales presas de nuestro Estado, que considero que es información básica para los agricultores en la planeación de sus cultivos y para las autoridades en la prevención de desastres por avenidas en los meses de lluvia.

 

Los estudiosos del cambio climático señalan que las zonas costeras son las más vulnerables a los efectos, sin embargo ésto no deberá ser pretexto para que quienes vivimos en el altiplano desdeñemos las consecuencias. En nuestro estado, en la semana de referencia, se duplicó el volumen de precipitación con relación al promedio de los cinco últimos años y el resultado está pasmado en fotografías, reportes de los responsables de protección civil y en la memoria de muchos de nosotros que constatamos los hechos. Para muestra, señalo que una porción de calle que corre paralela al arroyo Las Cachinches, aquí en San Miguel, no soportó la fuerza del agua y cayó al lecho; en otra zona aguas arriba de ese mismo arroyo, la corriente brincó un puente derribando las protecciones laterales.

 

Las presas, amigo lector, tienen una finalidad que ya describimos, pero su efectividad depende de que funcionen como fueron diseñadas y ésto es cuestionable debido a que no reciben el mantenimiento mínimo como lo es su desazolve y estas tareas empiezan con la realización de batimetrías que dan la imagen de la situación real. ¿Cuándo se atenderá este asunto?. ¿Cuando suceda la desgracia? Tal vez. Las presas son cajas de almacenamiento hidráulico que se pueden transformar en verdaderas bombas de agua. Cuidado.