¿ANIMUS LABORANDI? … vaya que lo necesitamos


Por fin se acabó la etapa de elecciones, para que así los ganadores en la contienda, empiecen su trabajo constructivo para gobernar conciliando, no hay de otra. Pero para los mortales como tú y yo amigo mío, ese tiempo fue desesperante para que la situación volviera a la normalidad, sin embargo ésta no llega todavía. Nuestro trabajo lo hacemos pero sin ímpetu, sin ánimo, y precisamente es el espíritu del título de la columna, porque las noticias de todos estos días no entusiasman, sino al contrario, desalientan, nos arrinconan en un espacio de indefensión, desde el cual no se ve una rendija por la que miremos algo que nos motive. Cualquier noticiero está pintado de rojo y no precisamente de tinta de corrección como la que usaban nuestros maestros para señalar aciertos y calificarnos, sino de sangre. Es un atraso; es volver a situaciones de barbarie que suponíamos haber superado.

Los que dedicamos parte de nuestro tiempo a opinar sobre el devenir cotidiano, estamos frente a estos hechos, que asolan nuestro País y es difícil encontrar un ángulo para levantar el ánimo, o cuando menos alguna noticia que estimule al trabajo edificante. Dada mi profesión y trabajo de todos los días, de análisis, razonamientos y cuestionamientos tecnológicos, aparece una nota estimulante. Nuestro adoptado Premio Nobel en Química, se pronuncia a favor de estrategias de desarrollo social y económico, basadas en ciencia y tecnología. ¿Qué tal?.

De verdad me llamó la atención la nota, pues sobresalía del conjunto ya aludido, y para el de la pluma, más todavía, pues comentarios de ese tipo, ¡vaya que los necesitamos!, acotaba ya en el encabezado. Lo anterior se dio en el marco de la semana del periodismo científico que organizó un diario capitalino, en el que también hizo uso de la palabra el próximo anterior rector de la UNAM, y por supuesto en el mismo sentido. La verdad que me sentí reconfortado y no porque dudara de lo señalado, pues eso es parte de mi base de raciocinio, sino porque alguien más lo dice y ellos tienen más reflectores que el suscrito.

El estímulo recibido fue doble, pues por un lado, mi labor diaria se desarrolla en ese ámbito, tanto en mi despacho de consultoría, como en mis actividades de consejero en el organismo de agua sanmiguelense y en la Universidad de Guanajuato. Que alivio, amigo mío, que alguien más opine que el quehacer es importante y de trascendencia para nuestra Nación.

En otro orden de ideas, el evento me pareció relevante pues en mi vida profesional, siempre he estado preocupado por la difusión de los temas científicos hacia el exterior y de alguna manera me siento corresponsable de que las ideas básicas no lleguen a quienes deberían. Lo que ocurre es que no sabemos explicar las Ciencias Naturales y eh ahí el problema. ¿Cuándo escuchamos que tal o cual profesor de Matemáticas, Física o Química es o haya sido un magnífico maestro? Tal vez yo lo pueda decir, pero no la generalidad.

Es un verdadero reto el adecuar los conceptos al nivel de todos y tal pareciera que sin fórmulas no se pueden explicar fenómenos científicos y tecnológicos. Un verdadero halago para el que esto relata, fue el hecho de que al terminar de escribir un libro de divulgación sobre reactores nucleares, allá por los años ochenta, el entonces Director de la CFE, me comentó que había leído completo mi obra y que la había entendido. Increíble, más aún si se considera que era de formación abogado.

Así, he incursionado con modesto éxito en la difícil tarea de escribir para los no “técnicos”, otros libros y apuntes e incluso un par de historietas ilustradas con caricaturas. La labor no termina y estoy en el inicio de dos nuevos proyectos: uno referente a un Boletín periódico sobre el Agua de SMA, pero de acuerdo a lo ofrecido amigo lector, no hablaré de él aquí, sino desde una de mis trincheras, en el Organismo de Agua, un granito de arena más para San Miguel. Del otro plan, que también me entusiasma, sí te puedo dar las primicias. Voy a empezar a escribir sobre Ciencias Naturales, y ahora para el mundo de los niños y sus papás. Mi afinidad con los pequeños es enorme y creo que ya es tiempo de tomarlos en consideración; ellos sí son materia fértil para enderezar nuestro camino. Mi acción sobre los adultos ha sido ardua y creo que me voy a limitar; eso digo ahora. Al tiempo.

Para la próxima columna, te ofrezco amable y paciente lector, esas Glosas infantiles, de las que espero tus comentarios. Estoy de buenas y con mucho ánimo de trabajo, animus laborandi, te lo comparto.

P.S. De la nociva planta, ya no voy a hablar hasta que tenga algo substancioso que comentar.

31 de julio del 2009