Cuando creía que había escrito mi última columna previa a las elecciones, me llega la noticia de que no, todavía hay otra edición que es la que tienes en tus manos amigo y paciente lector. En estos larguísimos días, no ocurre nada y todo parece estar pasmado. Cuando era chico había un juego que se llamaba como el título del artículo, “A las estatuas de marfil, de marfil, una dos y tres así …” y todos quedábamos sin movernos, como estatuas rígidas y el primero que se movía, perdía el juego y daba una prenda para ser castigado después. Que tiempos.
Hoy, en este año del siglo XXI, la situación que vivimos es la misma, pero con la diferencia que no es un juego infantil sino la misma realidad y ocurre igual que con la ronda de niños, después de un rato, llegaba el aburrimiento y cambiábamos a otro. En estos momentos poca gente se mueve, y el que lo hace está expuesto al señalamiento y eventualmente a la sanción; nadie acude a las presentaciones de candidatos, ni menos a los mítines y llenan los espacios, los equipos de campaña y sus seguidores, pues a los comunes y corrientes ya nos agotaron.
Nosotros, y me permito incluirte querido amigo, no estamos cansados de ese juego lento, sino hartos. Ya no pensamos en los gastos innecesarios de campaña, ni en la crítica a tal o cual postulante, o la búsqueda de puntos de acuerdo con alguno, ni tampoco en el análisis de propuestas o la disposición incluyente, etcétera, etcétera, ya nos fatigaron y queremos que acabe esta etapa. Confieso que para atraer tu lectura, no he mencionado la palabra política, que pudiera disuadirte de leer estas letras. Yo me imagino que los candidatos, también están exhaustos y nerviosos a la vez, pues la fecha se acerca y hay que dar el último jalón. ¿Pero, en qué en sentido?
Me atrevo a sugerir, y como si me hicieran caso, que nos dieran un tiempo de pausa en las propuestas y compromisos que hacen a través de micrófonos, pancartas y pendones, y que nos dejaran ver su capacidad de gobernar con serenidad para todos, para sus correligionarios y para los que no lo son, pero que a fin de cuentas serán también sus gobernados. Que por un momento se prefiguren que ganaron y que dejando atrás los tiempos de campaña, se imaginen sentados en la silla o curul, según sea el caso y se nos muestren como estadistas o legisladores. Así los queremos ver. No se si es demasiado pedir, pero como ciudadanos tenemos derecho a evocar escenas ejemplares de gobiernos democráticos, como las que se vivieron en tiempos del ilustre Pericles, verdadero modelo a seguir del estadista o de Marco Tulio Cicerón como legislador y jurisconsulto popular.¿Idealismo sin razón?. Tal vez.
En estos momentos que me encuentro en silencio y expresándome con la pluma, cómo quisiera tener enfrente a alguno de los múltiples candidatos, para preguntarle si me doy a entender o estoy hablando en otro idioma. Desearía que me dijera cómo imagina a sus gobernados, si realmente considera que pensamos y que aspiramos a más. Si cree que necesitamos trabajo honesto, vivienda digna, y leyes justas. Si es justo que anhelemos bienestar y seguridad. A lo mejor está presionado a reconocerlo pero lejos de un convencimiento profundo.
Amigo mío, a estas alturas de la contienda, la suerte está casi echada, sin embargo me gustaría tener la impresión de los ganadores en funciones y no la de los desgastados candidatos. ¿Será?
Vayamos a las urnas y votemos, pues no es eludiendo nuestras obligaciones de elección , sino participando, como forjaremos la Nación que queremos tener.
Ya deseamos que se acabe el juego de las estatuas de marfil para seguir trabajando a ritmo normal. Ánimo. Ya casi.
P.S. Sin avance en el frente, ni en la retaguardia y flancos. La yuca también juega a lo mismo.
24 de junio del 2009