SAN MIGUEL o ALLENDE … identidad ancestral y méritos relegados


La sorpresiva visita del Presidente de la República a nuestra Ciudad, fue una grata noticia pues algo bueno nos traería y así fue. Ya había sido anunciada y se sabía el motivo: la reapertura al público de la casa en que nació nuestro héroe Ignacio Allende, convertida desde hace años en museo. Cuando era pequeño, la conocíamos simplemente como la casa de los Vega, en cuya esquina estaba una botica con altísimos anaqueles en los que se guardaban jarrones de porcelana que contenían los distintos componentes para la elaboración de remedios y medicamentos. Al entrar, un olor inconfundible daba la bienvenida acompañado con los saludos de la propietaria Lupita Vega. A la casa nos dejaban entrar y la visité en varias ocasiones y me gustaba mucho, tal vez por su acogedor tamaño, en comparación con la “casa grande”, de mi familia paterna. En esos años de los cincuenta, por supuesto que se reconocía la casa de la familia Allende, pero no con la relevancia que ahora le damos. Bien.

Esa casa nunca tuvo fuente en el patio, al igual que la de la Canal, pues contaba con depósitos de agua a nivel de piso y pileta elevada que se llenaban por gravedad y reguladas por sifones, que formaban parte del equipamiento hidráulico de algunas casas, pues la mayoría en el siglo dieciocho y siguiente, se abastecían a partir de las fuentes en los patios, a las que les llegaba el agua por tubería de barro de manera periódica, desde alguno de los manantiales que existían. En la actualidad, todavía se puede apreciar una pileta en la parte superior, con su sistema de regulación, lo que le da a la casa un detalle adicional, una curiosidad referente al agua, sin embargo no se resalta de manera alguna; ya prepararé una pequeña nota alusiva, que pondré a consideración del INAH. Querido lector, mi disculpa por el comentario, pero es irremediable no hacerlo. Agua y más agua.

Aparte de otros pormenores de la casa de los que en otro momento me ocuparé, quiero expresar mi reconocimiento a quienes participaron en la restauración y reestablecimiento del Museo, así con mayúsculas, pues es un orgullo para todos nosotros, quienes con nuestras familias, hemos formado parte de la historia de San Miguel y ahora a través del museo exhibimos parte de nuestra identidad.

Dejando a un lado la casa y museo, quiero abundar más sobre nuestro héroe y de todos los mexicanos, pues reconozco que ha sido injustamente relegado, con modestos reclamos locales y acciones que pretendían subsanar lo anterior, pero sin lograrlo. Menciono sólo dos que me parecen sobresalientes. La primera se refiere a la nota aclaratoria que se enmarcó en un costado de la puerta de entrada a la casa, en el que se aclaran algunos detalles relevantes, que ponen de manifiesto el papel preponderante que jugó Allende en la gesta de Independencia. Estos fueron tomados de la declaración que hizo el Cura Miguel Hidalgo, cuando se le juzgaba en Chihuahua. El, Hidalgo, se reconocía seguidor del Capitán Allende, a quien señalaba como el líder y autor intelectual de la revolución. Suficiente prueba.

Si es así, ¿Por qué la historia oficial no le dio la relevancia que tenía?. ¿Por qué incluso Morelos figura en un papel más importante que nuestro Héroe?. ¿Por qué siendo ambos sacerdotes, no fueron censurados y por ende relegados de los créditos? ¿Por qué no se le reconoce como lo que fue, iniciador de la gesta de independencia?, ¿Por qué no se le registra como el primer soldado de la Nación? Incógnitas para las que no tengo respuestas contundentes, sólo explicaciones modestas que en otra ocasión expondré.

Otra acción de aparente desagravio, provino en los años sesenta, cuando se promovió una iniciativa de ley que cambiaba el nombre de nuestro municipio de “San Miguel de Allende”, a “Allende”, para resaltar la figura del prócer. Sin embargo, hace poco se dio marcha atrás y nuevamente se modificó el nombre, para volver al de “San Miguel de Allende”. La intención era buena pero a mi juicio, cambiaba el nombre que tenía desde hacía cuatro centurias, lo cual se corrigió de manera acertada. Es mi parecer que el nombre ya incorpora el tributo que se merece Allende, pero más, seria hoy en día un exceso. No hay disyuntiva en el nombre, fundación e identidad primero y después, los méritos de sus hijos.

No obstante lo anterior, hay que retomar el tema de la figura de Don Ignacio Allende y Unzaga, e invito a los estudiosos de nuestra Historia Patria, se adentren en la investigación correspondiente y nos den más elementos para colocar a nuestro Héroe en el lugar que le corresponde. Tal vez de ellos, vengan las respuestas a las incógnitas arriba planteadas. Llama la atención que en pocos lugares de nuestro País haya monumentos de Allende. Aprovechemos la coyuntura temporal para rendir honor a quien honor merece. Nosotros, tú y yo amigo lector debemos ser los promotores. Compromisos adicionales.

P.S. Nada todavía sobre la cactácea, pero se aproxima su fin.

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