CAÑADA DE LA VIRGEN…tan cerca y tan lejos


Hace cinco años y por estas fechas, agosto del 2002, me inscribí en un curso que resultaba por demás interesante y que se impartiría a manera de seminario todos los jueves y que estaría a cargo de una profesionista experimentada y que recién llegaba a San Miguel para ejercer su profesión e impartir enseñanza en su área de trabajo. Yo creo que adivinas el tema, lector lectora queridos, éste era Arqueología y el nivel sería básico, por lo que se ajustaba perfectamente a mis conocimientos elementales, producto de lecturas de los clásicos de la materia y una serie de visitas a los principales centros arqueológicos del país.

El curso inició y desde el primer día quedé encandilado con el tema, gracias al conocimiento, experiencia y didáctica de la arqueóloga quien tenía la responsabilidad del diplomado. Faltamos, mi esposa y el que escribe, solamente a una sesión, y lamentamos la ausencia. Durante el tiempo que se impartió, se tocaron diferentes culturas y dentro de cada una de ellas, sus aspectos más relevantes; fue una época de aprendizaje intensivo que abría en mi otros horizontes no explorados, el de nuestro pasado prehispánico. Poco a poco nos fuimos enterando de los avances en el sitio arqueológico que nuestra maestra tenía a su cargo, y empezamos a tratar el tema relacionado con el sitio en cuestión, sobre sus pobladores, proto-chichimecas, y su relación con las culturas de la época en especial con los toltecas, en fin, nos adentramos en el mundo del los que habitaron esa zona y por supuesto, con detenimiento, repasamos en transparencias, los edificios descubiertos y muchos de los detalles de los trabajos de excavación; era fascinante. No se dejó de mencionar la importancia de los trabajos previos, que desde 1988 fueron responsabilidad de otro prestigiado arqueólogo.

En el año que se dió el seminario, ya había iniciado mis trabajos sobre el libro del agua y lo estructuré siguiendo los usos y costumbres de ésta, a lo largo de la historia de San Miguel. Así, el punto de partida era iniciar en la época de los comienzos de nuestra ciudad y Cañada de la Virgen, tan cerca de nosotros, ofrecía una forma ideal para ejemplificarlo.

En cada cultura que abordábamos, mi atención se enfocaba en los aspectos hídricos, y en Cañada no fue la excepción. El curso incluía una visita de estudio al sitio, toda vez que ya estábamos ilustrados en él, por lo que el aprovechamiento de la visita sería óptimo, y así fue. Además de los aspectos generales, mis ojos se centraron en dichos detalles y empecé a tomar nota de ellos para analizarlos con más cuidado y comencé a escribir. El diplomado terminó como dió inicio, de manera estupenda, pero mi interés apenas iniciaba. Para darle forma a mis notas sobre al agua, solicité permiso para regresar al sitio y de manera inmediata se me concedió, haciendo un total de cuatro visitas adicionales, tiempo en el cual, pude tomar algunas fotografías, para dar mis comentarios que se plasmarían en el libro que ya conoces amigo lector.

En la presentación de éste en la Universidad de Guanajuato, uno de los presentadores, maestro emérito y experto en Hidráulica, comentó lo trascendente de una de mis aseveraciones, relacionada con el sistema de desagüe del patio cuadrado y me invitaba a seguir con el tema, ya que ponía de manifiesto un desarrollo muy adelantado de la civilización de los pobladores de Cañada.

Para dar continuidad y atención a la sugerencia recibida, establecí contacto con la Arqueóloga a cargo del sitio, mi maestra de hacía unos años y solicitar su anuencia para hacer otra visita, con la certeza de que mi solicitud sería no sólo aceptada sino bien recibida. Cuál va siendo mi sorpresa amigo que lees esta columna, que me entero, que ella, la responsable del sitio, no tiene el control ni autoridad para el acceso a éste, y es menester solicitarlo por escrito a la dependencia del INAH en Guanajuato y eventualmente a las autoridades en la ciudad de México. Posteriormente sería necesaria la autorización de la dueña del predio para poder acceder a la zona arqueológica. ¿Qué tal?. Es requisito además de señalar el motivo de la visita, antecedentes, intenciones, fecha, hora, medio de transporte, identificación personal y vehicular, acompañantes, y presentar un proyecto ejecutivo de estudio que justifique la visita. La solicitud, puede, de acuerdo con el departamento jurídico de la dependencia, de diez a quince días hábiles, para tener la respuesta en cualquier sentido. Me rindo.

No salgo de mi asombro, y tal parece que me quedaré esperando hasta que abran la puerta quien sabe cuándo y así todos los sanmiguelenses y demás gente interesada en nuestro pasado prehispánico. Ahora me doy cuenta que no sólo se tiene un problema de tenencia de tierra sino además otro de alta burocracia.

Tocante al primero, tu sabes amigo lector, que en el año 2000 se firmó la donación de 16 hectáreas con una servidumbre de paso de 4 metros de ancho y cerca de 12 kilómetros de largo y que hoy en día sólo se tiene acceso muy muy restringido, como ya relaté, y además sancionado por la donante. ¿Qué pasa? ¿Cómo es posible que no se actúe con más firmeza?. Recientemente se mencionaba una expropiación, y bueno, ¿qué esperamos?. Los arqueólogos sabedores del tema, saben que a la superficie donada, se le debe complementar con cuando menos 500 hectáreas; sin ser experto, me parece ridícula el área ya donada y propiedad de la Nación, como si esa superficie pudiese albergar todo un centro ceremonial de la importancia de Cañada; ahora es el momento de dimensionar bien la expropiación, con una servidumbre acorde al sitio y si el proceso llevará más tiempo, adelante, ya estamos acostumbrados a esperar, pero queremos algo bien hecho.

De todo ésto, viene mi primera afirmación y título de estas Glosas … Cañada de la Virgen, tan cerca y tan lejos de San Miguel.

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