DESPEGUE FORMAL … ¿será un sueño?


No es difícil identificar las etapas de desarrollo de nuestra Ciudad, un período de formación y asentamiento prehispánico, la etapa colonial preclásica, la colonial clásica, el período independiente, el revolucionario, el cristero, el moderno bicultural y el actual. En cada una de ellas se tienen características que lo identifican, así en el primero sobresale el desarrollo comunitario y religioso, manifiesto en Cañada de la Virgen, posteriormente se da la consolidación de una villa segura y bien ubicada en la ruta de la plata, en seguida se conforma una ciudad en plenitud, con recursos económicos y humanos, que trascienden al edificar construcciones magníficas y estableciendo fuentes de saber. Por eso lo llamo “período clásico” o de referencia. Posteriormente, durante la etapa independiente, la ciudad se vuelve bonita y funcional, aunque resintiendo los estragos de vivir en un arrebato de poder constante; en las etapas siguientes, llega a nuestra ciudad la insurgencia, mermando más aún la economía; la época cristera nos separa otra vez en “buenos y malos” y finalmente empieza a mediados del siglo XX, el repunte con la agricultura de riego y la modernidad bicultural.

Si bien es cierto que en la última etapa se nota la preservación fisonómica de la ciudad, a mi modo de ver, amable lector lectora que lees estas líneas, en la etapa que estamos viviendo, yo quisiera que se caracterizara por su desarrollo humano, cultural y ambiental, y no porque sea Patrimonio de la Humanidad, por su belleza física y valores artísticos. Me explico, en el período clásico colonial, había un motor silencioso que se llamaba Real y Pontificia Universidad de México, donde abrevaban saber los sanmiguelenses, para su desenvolvimiento humano y cultural, y ahora, todo lo importamos, entiendo por otro lado la globalización, sin embargo, in situ, debemos generar nuestras propias armas y esto se logra a través de las fuentes del saber. Esto es lo que nos debería significar más adelante.

Ahora bien, para lograrlo debemos vencer la inercia que tenemos, la que nos identifica como una “bonita ciudad del arte”; lo anterior hace que todos los recursos se canalicen en ese sentido, poniendo en segundo orden el “desarrollo humano, cultural y ambiental”, que me parece debería ser la meta, y a la vez nos pone en un verdadero predicamento. ¿Cómo romper ese círculo vicioso?

Desde mi óptica, me parece que se pueden dar los primeros pasos con el convencimiento de las autoridades que se deben dejar ayudar y esto no es fácil, pues ellos fueron elegidos por nosotros, porque tenían la mejor propuesta, sin embargo no quiere decir que tuviesen la verdad en todos los órdenes. Hoy en día, es imprescindible el contar con el apoyo externo de parte de la ciudadanía y los organismos especializados en el saber, como son las universidades. Y nos acercamos a una parte de la solución: la búsqueda de más universidades y no me refiero a las grandes instalaciones, pues somos pocos, pero si a las alternativas de apoyo formal en programas de formación en los rubros humano, cultural y ambiental. Dejemos que los temas artísticos, en todas sus manifestaciones, los turísticos, sigan su cauce, pero permitamos que surjan las nuevas ideas desde las aulas sanmiguelenses, los maestros aquí están, y sólo hay que llamarlos y los educandos estamos prestos a que se abra el colegio. ¿será un sueño?

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